Los niños que tienen una autoestima positiva están más preparados para enfrentarse a los desafíos y dificultades que les presenta su entorno día a día. Son capaces de hacer frente a las críticas, los errores, el rechazo o las pérdidas de una forma mucho más adaptativa y con una dosis menor de sufrimiento. Pero, ¿qué podemos hacer los padres para ayudar a nuestros hijos a desarrollar una autoestima positiva? Existen diversas estrategias que pueden facilitar esta labor. Te presentamos algunas de ellas:

  • Evalúa a tu hijo de forma real. Descríbelo de forma imparcial, objetiva. Evita dejarte llevar por ese “modelo” de hijo que has construido en tu imaginación que sólo te lleva a centrarte en todo lo que no tiene y que a ti te gustaría que poseyese.
  • Ayúdale a fijarse metas alcanzables. Buscad metas reales que puedan ser alcanzadas y no tanto metas que desde el principio sean demasiado elevadas. El niño va a experimentar un fracaso continuo si sus expectativas o las de sus padres son continuamente muy elevadas y no se ajustan a la realidad de ese momento.
  • No le compares. Muchas veces se cae en el error de utilizar las comparaciones entre niños para motivarlos a hacer mejor las cosas. Esto puede producir el efecto contrario y la autoestima del niño puede quedar afectada al encontrarse en peor posición. Es importante que recordemos que cada niño es único y especial y que, por tanto, posee unas características que lo hacen diferente a los demás.
  • Refuerza sus esfuerzos, no sólo los logros. Cuando tú o tu hijo os fijéis un objetivo, procura estar atento para felicitarle por todos los pequeños acercamientos a ese objetivo y no únicamente por el resultado final. Sus esfuerzos y avances cotidianos tienen un gran valor y deben ser tenidos en cuenta si queremos que se mantengan y repitan en un futuro. Tu hijo se sentirá más competente y “resistirá” cuando el camino hacia el éxito se alargue.
  • Dale responsabilidades. Asignarle algunas tareas dentro del hogar ajustadas a su edad, le entrenará en la adquisición de una actitud responsable. Además, ello permite que el niño se sienta útil y se perciba parte integrante de la familia, “grupo” de vital importancia en estas edades.
  • Favorece la comunicación. Juzgar, criticar, ridiculizar, aconsejar en exceso, no tomar en serio, etc. son estilos de respuesta que no facilitan la comunicación con el niño. Cuando éste se dirija a ti para contarte algo que le importa atiéndele ignorando cualquier aspecto que pueda interrumpiros. Además, mírale, sonríele, asiente con la cabeza, resume al finalizar con tus propias palabras, etc. Si se trata de un problema que haya tenido, evita dar soluciones de forma inmediata, pues en un principio únicamente necesitará hablar y sentirse comprendido.
  • Corrígele de forma adecuada. Cuando le corrijas por algo que no haya hecho bien, céntrate en criticar el acto en sí, no al niño. En caso contrario favorecerás la imposición de una etiqueta que no le ayudará en su sentido de competencia. Recuerda que los niños no suelen cuestionar lo que los padres dicen y lo asumen como verdades absolutas. No etiquetes a tu hijo, lo interiorizará y se relacionará con el entorno desde esa etiqueta.
  • Muéstrale tu amor. Demuéstrale tu cariño y hazle saber lo importante que él es para ti y lo mucho que lo quieres. Un gesto, un beso, un abrazo, una frase, busca distintas formas para expresar tus sentimientos a tu hijo y no des por supuesto que el niño los sabe sólo porque eres su padre.

Te animamos a que practiques éstas y otras estrategias en tu hogar diariamente. Y, si quieres tener más información al respecto, pregúntanos para que te podamos facilitar bibliografía. Merece la pena invertir tiempo y esfuerzo en la felicidad y desarrollo óptimo de nuestros hijos.

Autora: Luna Villuendas, Experta en psicología Clínica Infanto-Juvenil.